Es claro que el sector privado y la ciudadanía no tienen más opción que seguir las órdenes de las autoridades gubernamentales. Sin embargo, se requiere claridad y transparencia en las intervenciones oportunas de cada uno de los funcionarios relacionados con el tema energético.
No tiene sentido que, como sucedió el pasado sábado, más de 260 empresas, solamente en Cuenca y Ambato, se hayan quedado sin energía sin previo aviso.
Si la falta de información continúa y los cortes son impredecibles, se irrespeta los horarios anunciados por las mismas autoridades, el Gobierno sentirá un peso enorme y adicional, por la inconformidad del sector privado. Más todavía cuando los apagones, que ya duran dos semanas, están lejos de terminar.
De nada servirá que se diga que hay sabotaje, complot o que los militares intervengan en las hidroeléctricas, como sucede con Coca Codo Sinclair, para dar la impresión de que la emergencia está bajo control.
La creación de un Comité de Crisis es pertinente en tanto este problema no puede solucionarse únicamente desde un escritorio en el Ministerio de Energía. La pandemia fue el mejor ejemplo de que, uniendo esfuerzos, las soluciones son mejores. Hay que dejar de lado los intereses particulares y encontrar soluciones conjuntas.
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